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Aprendamos a querer el agua

Creo que cada ser humano nace con un destino. Siempre he sido un apasionado del medio ambiente, en específico del agua. Desde niño me vi rodeado de arroyos y ríos que cumplian un papel fundamental en mi comunidad, incluso en la universidad la mejor calificación que tuve fue en una materia llamada acueducto, esto pasó sin saber que en un futuro llegaría a liderar el acueducto de Santiago.


En mi juventud, la vida era divertida y bonita, podíamos visitar los ríos y disfrutar de ellos en familia. El agua era agradable, limpia y cristalina, con un gran caudal a tal punto que en tiempos de lluvias rompía la comunicación entre la ciudad y el campo.


Recuerdo que en 1979, con la llegada del ciclón David, la ciudad tuvo unos 10 días sin agua, debido a que el suministro de agua potable fue afectado. En aquel entonces, muchas personas íbamos a los ríos Jacagua y Gurabo en busca de agua, la ausencia de este recurso en la llave no nos hizo efecto porque contábamos con una fuente directa para cubrir nuestras necesidades, hoy en día ambos ríos están prácticamente secos y la cantidad de desechos en ellos me llena de tristeza. Actualmente no podemos recurrir a esta opción si enfrentamos daños similares a los ocurridos posterior al ciclón David, demostrando lo mucho que hemos perdido en tan poco tiempo.


Solemos vivir de espaldas a la realidad, en países como el nuestro queremos tomar acciones solo cuando hay una emergencia. Pocos gobiernos planifican y dan la importancia que merece el agua. Entendemos que sin agua no hay vida pero pensamos que es un recurso infinito, caminamos sobre la marcha sin detenernos a pensar si estamos accionando de forma correcta para conservar nuestros recursos hídricos.


Desde mi punto de vista, entiendo que históricamente hay un manejo incorrecto en cuanto a la preservación del agua, los hechos hablan, tal es el caso del río Yaque del Norte, en apenas 50 años pasó de ser un río caudaloso de 15 mil galones por segundos a un río de 4 mil galones por segundos con una alta contaminación. Es hora de que el Estado entienda que es una prioridad, sin importar cual sea el gobierno, ya que es una realidad que está por encima del interés personal y partidario, es una prioridad de la nación.


Es una pena saber que en otros países hay ríos que mantienen el mismo nivel de caudal que tenían hace más de 100 años y que en el nuestro ocurra todo lo contrario. En mi visita a Corea del Sur pude percibir el amor que se le tiene a los ríos, incluso el agua potable que llega a la ciudad es prácticamente tomada directamente de su río, su tratamiento es mínimo debido a que cuando realizan análisis de agua no existen malezas, han cuidado sus ríos y tendrán un futuro brillante y productivo.


La cantidad de agua disponible disminuye de manera rápida y progresiva, cada día tenemos menos agua, sin embargo, la población aumenta.


Debemos ser conscientes de que el agua del río es el agua que tenemos en nuestras llaves, la que usamos día a día. Existe una ausencia de conocimiento sobre el agua en nuestra ciudadanía, solo se procura ver el agua en cada hogar cuando es un proceso de producir y cuidar que no llega fácilmente. Pienso que la gran tarea es hacer entender a cada ciudadano cuánto nos cuesta este preciado recurso, su importancia y cuánto se debe trabajar para que el agua llegue a su hogar.


La concientización sobre la importancia del ahorro de agua debe ser una prioridad. Esto solo se puede lograr enseñando a la ciudadanía que el agua no es infinita y puede llegar a su fin si no luchamos por ella. A su vez, el Estado podría considerar aplicar métodos para que las instituciones exijan un máximo de consumo por vivienda y en consecuencia de no cumplirlo penalizar los excesos.


Existen parámetros internacionales que establecen cuál es la necesidad de litros por día que debe consumir una persona, sin embargo, en la ciudad de Santiago consumimos tres veces la necesidad establecida. El Estado debe dar agua en cantidad y calidad, pero también el ciudadano tiene la obligación y el deber de consumir lo necesario. Para esto, es necesario incluir límites y penalidades, trabajar un censo y en función a la cantidad de personas que cohabitan en cada vivienda, asignar una cantidad de consumo.


Considero que las autoridades deben asumir el servicio del agua como su propia naturaleza, insabora, inodora e incolora, de forma que los intereses políticos no intervergan, sino instituciones que se manejan con un nivel técnico-profesional acabado y estudiado para que ese liquido, que es vida, pueda ser administrado y conservado correctamente. Ahora mismo en el Congreso cursa una Ley de Agua Potable que esperamos que pueda salir este año, y así se respete la función y el valor que tiene este recurso natural esencial.


Invito a cada ciudadano a hacer conciencia y educarse sobre el consumo del agua potable. De continuar el deterioro de nuestras cuencas, tener de nuevo agua potable no será una tarea fácil, ya que los ríos no se reforestan ni producen agua de un día para otro, es un proceso que tarda años.


Nuestra meta concluida la pandemia es iniciar una serie de recorridos y excursiones con estudiantes y ciudadanos de Santiago que quieran conocer y aprender a querer el río Yaque, una labor que esperamos poder encabezar y encontrar la colaboración de muchos sectores, porque la verdad no es lo mismo escuchar “el agua es vida” que poder vivirlo personalmente. Y así dejarle a los jóvenes y a todos los santiagueros un recuerdo del agua, del día en que decidieron luchar por el Yaque.


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